Danza – movimiento interior y vida

By 29 de mayo de 2018Destacado, español
“ es preciso tener todavía caos dentro de sí para poder dar a luz una estrella danzarina”     Friedrich Nietzsche, 1883

 

El hombre es resultante de sus experiencias en la vida. Siendo su existir fruto de lo que obra y cuando obra para realizar su esencia a partir de la interrelación responsable con los demás, estando su obrar impulsado por sus emociones. El hombre necesita vivir una existencia auténtica y responsable donde su quehacer esté basado en satisfacer sus necesidades interiores y los anhelos de su alma.

El sentido de nuestra existencia es desvelado en el camino. El hombre que no establece demora para conectarse con su espacio vital, hace de su vida la simple y mecánica realización de actividades durante el transcurir del tiempo, es como pasar por la vida y no vivirla.

En la vida todo está en movimiento continuo y en permanente transformación. El hombre como un organismo vivo sensible a esos cambios debe posicionarse activamente frente a ellos sin perder de vista la motivación que lo mueve. Para eso sus sentidos no pueden estar cristalizados, él necesita estar abierto, activo en su capacidad de asombrarse, de cuestionarse y de reaccionar en la vida para evitar el tedio y el aburrimiento característicos del vacío existencial. El cuerpo delimita concretamente la interacción de la persona con el medio, es lo que une lo individual y lo social. Y también es donde se registran las necesidades generadores de las interacciones y los estados de satisfacción o de frustración resultantes de ellas.

La danza es una forma de expresión donde el bailarín impulsado por una energía propia es el instrumento y la obra a la vez.  En la danza el cuerpo es instrumento de percepción y de acción, coinciden el sujeto y el objeto. La danza también es una forma de comunicación no verbal utilizada por el ser humano desde siempre. Cuando el bailarín esta entregado al baile y hace movimientos libres sin razonamientos previos, puede conectarse con su voz interior y sus reales necesidades y de ahí puede manifestarse intuitivamente y llegar a un estado de plenitud.

La danza se caracteriza por los sucesivos movimientos genuinos, auténticos e instintivos cargados de emoción y significados que expresan la esencia del bailarín. Cuando los estímulos externos recibidos resuenan internamente, el cuerpo hace vibrar la materia de tal modo que los movimientos realizados son espontáneos, orgánicos y fluidos.

Mientras bailan, los bailarines deben dejar de preocuparse por las cosas cotidianas, olvidar las expectativas por cosas futuras y los recuerdos de hechos pasados. Cuando logran tornarse vacíos despliegan su sentido de presencia, traspasan sus fronteras individuales y se transforman como personas.

La danza es el camino más sencillo para la plenitud que es la energía en movimiento, que fluye, que no está detenida ni mecanizada. En el libro Zen en el Arte del Tiro con Arco se explica que “el arte de la obra interior que no se desprende del artista como la exterior, que él no puede hacer, sino únicamente ser, surge de profundidades que la luz del día no conoce”.

La fuente de la danza está dentro de cada uno…  ¡A danzar!

Clarissa Machado  –  Danza/movimiento Terapeuta